Por: Lic. Miguel Gómez
Es interesante ver el impacto de las películas actuales de superhéroes. Grandes y pequeños quisieran ser un superhéroe, poder tener un súper poder. Pero hay un super poder (permíteme ocupar esa palabra) que nadie quisiera pero que en verdad impacta vidas y salva relaciones interpersonales. Es un súper poder porque la gente cree que eso no existe en personas “mortales”, y algo hay de verdad en eso. Me refiero al perdón. Actualmente, hay muchas personas que viven con resentimiento, amargura, una culpa muy grande y todo esto lo cargan en sus vidas por no saber o no querer perdonar.
Quizás tú que me estás leyendo has pasado por decepciones, frustraciones, gente que habla mal de ti, infidelidades, abusos o rechazo. Quizás no has aprendido a perdonar y cargas con ese dolor y resentimiento. Llevamos heridas y cicatrices muy profundas que nos impiden establecer relaciones, crecer o simplemente tener paz.
Es interesante notar que el Salvador nos ordenara en su Padrenuestro que pidiéramos el pan de cada día y que diéramos a los demás dosis diarias de perdón (Mt 6:11-12). Pero probablemente la gente no ha aprendido o no quiere perdonar porque aún no le queda muy en claro los términos y/o no se siente perdonado.
Quisiera abordar brevemente qué es y qué no es el perdón.
1.- El perdón no es seguir justificando comportamientos negativos, chantajes o manipulaciones. Por ejemplo, las personas que sufren de maltrato físico, verbal o sexual, pueden perdonar a su ofensor, pero eso no significa que no busquen ayuda legal, algún tipo de consejería o hacer valer sus derechos.
2.-El perdón no implica que te comuniques verbalmente con la persona que te ha lastimado, haciéndole ver su error. Puedes hacerlo en cualquier parte y en cualquier situación.
3.-El perdón tampoco significa reconciliación. Se necesitan que ambas partes estén de acuerdo.
Pero… ¿qué eso es el perdón?
Según lo registrado en la Palabra de Dios: El perdón es cubrir la culpa o la falta (Gn 50:17), liberar o ser indulgente (Sal 86:5, Lc 6:37), conceder gratuitamente algo (Col 3:13, Ef 4:32). Me encanta cómo lo sintetiza June Hunt: “El perdón es una decisión voluntaria de cancelar la deuda de los que nos deben algo, no significa que los autorizamos para seguir lastimándonos, sino que implica la decisión de no permitirles seguir ocupando nuestra mente y corazón para amargarnos”.[1]
Probablemente el mejor pasaje que se pueda usar para hablar del perdón sea
Mateo 18:21-35. Ahí entendemos realmente qué significa el perdón: cómo Dios ha pagado nuestra deuda; ha implicado un costo, sí, pero está dispuesto a pagarlo. Así como el rey (Dios) perdonó la gran deuda a sus siervos (nosotros), así lo tenemos que hacer con nuestro prójimo.
Quiero animarte a que perdones no sólo porque tenemos el ejemplo o patrón en la Cruz—en ese escándalo de la gracia, en el perfecto sacrificio del hijo del Dios, vemos cómo se perdona, (véase Lucas 23:24 y Salmo 103:10-12)—, sino también porque hay peligros que afectarán nuestro ser y nuestras relaciones interpersonales como:
1.- Amargura. Ef 4:30-31
2.-Querer vivir y no soltar el pasado.
Ánimo, esto es un proceso difícil. Yo sé que lo es, pero tenemos la ayuda del Espíritu Santo, el ejemplo de Jesús en la Cruz (Col 2:14) y la ternura del Padre perdonador. Deja a un lado el orgullo, no guardes rencor o resentimiento o, aún más, no quieras vengarte o hacer justicia propia. Recuerda esto: perdonamos no porque la gente se lo merezca, sino porque Dios nos perdonó primero.
¡Dios te bendiga!
Referencias
[1] Citado en Tom Clinton Consejería cristiana, tomo1, Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 2013, p. 44.
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