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La eternidad en nuestros corazones



Es mi observación que muchas personas que se llaman ateos, en la práctica, se

traicionan.


Estuve en un chat en línea con un joven "ateo" un día y él dijo que el

cristianismo es un cuento de hadas, que, cuando estás muerto, ya terminaste de existir y

que la religión es una mentira para las personas débiles que no pueden

enfrentar esa verdad. Lo había escuchado antes.


Más adelante en la conversación, mencionó cómo su abuela era cristiana y

cómo la consolaba su esperanza perdida en la vida eterna pero estaba

perfectamente de acuerdo con dejarla en sus delirios.


Confieso que no fui lo suficientemente listo para responder en ese momento,

pero más tarde, al pensar en la conversación, me di cuenta de que el joven

ateo se había traicionado a sí mismo. Por un lado, criticó a la religión en

general, y al cristianismo en particular, por dar a las personas falsas

esperanzas. No estaba diciendo: "No acepto tu creencia". Él decía: "Tu religión falsa es moralmente errónea y destructiva". Por otro lado, él mismo no poseía la integridad moral para ayudar a su abuela a enfrentar sus "falsas

esperanzas" de vida eterna.


Mientras consideraba su hipocresía atea, comencé a considerar la eternidad.

Cuanto más lo pienso, más creo que nadie verdadera y honestamente

no cree en la eternidad. En Práctica, todos creen.


La prueba está dentro de nosotros. Todos nosotros, cada uno, tiene una

esperanza para el mañana. Es posible que trabajemos hoy para alcanzar un

objetivo, pero es para mañana que esperamos ver cumplidos esos objetivos.

Tal vez sea servicio o avance o cosecha o graduación o viaje o amor o carrera.

Sea lo que sea, lo esperamos mañana. ¿Y qué es mañana? El mañana no es ni

más ni menos que un microcosmos de la eternidad. Esperamos al mañana.

Esperamos muchos mañanas. No nos gusta pensar en la posibilidad de un no

mañana. Estamos seguros de que mañana existe.


Nos despertamos, trabajamos, dormimos para despertar nuevamente. ¿Hay

algo más obvio? No digo que despertarnos, trabajar, dormir y despertar

nuevamente sea una prueba de la eternidad. Digo que nuestra esperanza de despertar mañana es esa prueba. La esperanza de la eternidad está dentro de

nosotros.


¿Tienes una cuenta bancaria? ¿Esperas un cheque de pago? ¿Estás ahorrando

dinero para alguna compra? ¿Esperas eventos futuros? ¿Tienes o quieres

producir descendencia creada a tu imagen? ¿Quieres ser recordado después

de tu muerte, elogiado en tu funeral? ¿Quieres ser conocido por tu prójimo,

respetado, admirado, ser conocido por lo que eres como persona?

Si es así y te llamas ateo, te traicionas. Creo que fue San Francisco al que se

le preguntó qué haría si supiera que iba a morir en quince días. Respondió con

serenidad que continuaría trabajando en su jardín. ¿Qué hay de ti? Si tú, sin

creer en la eternidad, supieras que morirías mañana, ¿cómo daría forma a tu

hoy?


No sabemos si tenemos mañana, pero confiamos en que lo hacemos,

trabajando, ahorrando, planificando y esperando. El hecho de que esperemos,

planeemos y queramos ser recordados, apunta al hecho de que dentro de

nosotros hay una expectativa de muchas mañanas, de la eternidad, para bien o

para mal.


Porque, ¿cuál es realmente el punto de una vida, cualquier vida, si solo existe

esta vida? Alguien dice: "para el beneficio de los demás". ¿Pero por qué? Si no

hay eternidad, si de hecho dejas de ser cuando mueres, también lo están

todos los demás. Tu moralidad termina contigo. El significado, la identidad,

el valor para cualquier persona o cualquier cosa muere contigo. ¿Qué valor

tiene para ti tratar a tu prójimo con dignidad? ¿Entonces la gente te

recordará como una persona "agradable"? ¡Basura! También morirán ellos,

junto con su memoria de ti.


Pero, ¿qué pasa con el futuro de la humanidad? ¿No deberíamos apoyar a la

sociedad y a la justicia, el mejoramiento de nuestro mundo para nuestros hijos?

¡¿Por qué?! Si no hay mañana para ti, entonces no hay mañana para nadie.

Estoy muy a favor de que todos trabajemos para mejorar nuestro mundo, y me

alegra que personas de todas las creencias (y no creencias) estén trabajando

para hacerlo. Mi pregunta es ¿por qué lo hacemos y por qué deberíamos

hacerlo si no hay un mañana si, después de que la historia se complete, el

universo colapsará sobre sí mismo y todo finalmente se volverá nada?


Una vez que las personas normales, no psicóticas, en todas partes,

naturalmente, ven el valor en la sociedad y trabajan hacia un futuro mejor, sea

lo que sea que les parezca ese futuro, es una prueba de que la eternidad

permanece en nuestros corazones. Lo queremos. Lo anhelamos. Estamos

dispuestos a sacrificar hasta nuestras propias vidas por ello a veces. Nuestras

acciones nos traicionan. En el fondo, si no conscientemente, entonces

inconscientemente, sabemos que fuimos creados para la eternidad.


Fuimos creados para vivir para siempre.


-Diác. Roger Griffin


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